Wolfenstein: Youngblood: un regreso a medias

Desde su relanzamiento con Wolfenstein: The New Order, en 2014, la serie Wolfenstein, el padre de los juegos de acción en primera persona (FPS), ha logrado adaptarse a los tiempos. que corren sin perder su esencia e identidad propia que los hacen tan particulares.

Luego desde su excelente secuela, de 2018, Wolfenstein: The New Colossus, esta serie, situada en un universo paralelo en el que los nazis ganaron la Segunda Guerra Mundial, estaba lista para regalarnos nuevas horas de acción y violencia, eliminando nazis, con Wolfenstein: Youngblood, y en parte eso lo logra, a pesar de que la experiencia no es del todo pareja.

Lo primero a destacar radica en que el juego no es una secuela sino una suerte de
desprendimiento de Wolfestein, principalmente porque en esta ocasión no encarnamos al ya legendario protagonista de la franquicia, el soldado devenido principal miembro de la
resistencia antinazi B.J. Blazkowicz. En su lugar controlaremos a sus hijas, Jess y Soph.
Dijimos dos protagonistas porque el principal viraje que tiene este título de sus antecesoras
radica en que está pensado para jugar en modo cooperativo de hasta dos jugadores, en modo online. También podemos jugarlo en modo singleplayer, con el personaje restante controlado por la Inteligencia Artificial.

El juego se sitúa a principios de los años ochenta y nos lleva a la ciudad de Paris, bajo
ocupación de los nazis. Hasta allí viajan, desde su hogar en Estados Unidos, las hermanas
Blazkowicz, siguiendo el rastro de su padre desaparecido, con la intención de localizarlo y
rescatarlo, a punta de pistola, de las fuerzas enemigas de ser necesario.
Wolfenstein: Youngblood no se aleja demasiado, a nivel estructural, de lo que viéramos en juegos anteriores. El objetivo pasa por recorrer un nivel despachando enemigos valiéndonos de un gran arsenal, que incluye pistolas, escopetas, ametralladoras, y cosas más sofisticadas, como cañones de rayos láser. Todas nuestras armas, así como también diferentes características de las protagonistas, pueden ser mejoradas mediante un sistema de “level up” bastante básico pero efectivo.

El juego es realmente efectivo en lo que respecta a las secuencias de acción. La cadencia de disparo de las armas se siente poderosa y hay una gran variedad de enemigos a lo largo de la campaña que nos ofrecerá un desafío más que digno. Pero el título tiene un problema
recurrente en lo que respecta a su estructura.

A diferencia de las entregas anteriores, Wolfenstein: Youngblood apuesta por un formato de mundo abierto que nos ofrece misiones secundarias, que realizaremos para la resistencia francesa recorriendo París. Una vez que alcancemos el nivel 16 o 17, ya podemos encarar la campaña principal del juego, que se puede completar en unas 8 horas, aproximadamente.

Este viraje hacia un formato con mayor libertad se siente artificial, principalmente porque las misiones secundarias no tienen un buen tratamiento en lo que respecta al argumento, son simples tareas del tipo “andá, matá a tal y volvé” que se vuelven repetitivas rápidamente.

La historia, a diferencia nuevamente de los juegos anteriores, tampoco es la gran cosa. Jess y Soph no son personajes muy interesantes que digamos, principalmente porque el título no ahonda demasiado en su historia personal, no como quisiéramos. Visualmente, Wolfenstein: Youngblood si está a la altura de lo que esperábamos. Respeta el
aspecto visual “retrofuturista” de los juegos anteriores y cuenta con algunos retoques
interesantes en el diseño de escenarios, de enemigos y las armas.

Wolfenstein: Youngblood es un juego mucho más valorable si lo consideramos una expansión en lugar de un título base. Si te moris de ganas de jugar un título de acción contundente, si te gustaron los Wolfenstein anteriores, quizá salgas satisfecho con la aventura de las hermanas Blazkowicz. Eso sí, tené en cuenta que no es ni de cerca las experiencias redondas y contundentes que tuviéramos con The New Order y The New Colossus.

Puntaje: 7.0